Escrito por Beulah | 5 de marzo de 2020
En 1888 Bertha Benz inició el que pasaría a ser el primer viaje por carretera. Un ardid publicitario tremendamente exitoso para la empresa de Karl Benz: el viaje de larga distancia de Bertha presentó a cientos de personas la emoción de conducir. Esta es la historia del primer viaje por carretera del mundo, y de la mujer pionera que lo hizo realidad.
La genialidad de Bertha Benz
Bertha Ringer conoció a Karl Benz en un momento delicado en la vida del fabricante. Benz cometió el error de unirse a August Ritter para lanzar el Taller de Fundición de Hierro y Mecánica de Mannheim. Ritter era un socio empresarial poco fiable y el primer año de la fábrica fue un desastre. Bertha, una mujer rica e independiente, rescató a Benz. Después de casarse, Bertha ya no pudo controlar su propia riqueza, pero siguió apoyando las ambiciones de su marido, tanto como socia de negocios como innovadora en automoción.
Quizá la contribución más significativa de Bertha fue aportar el cerebro de marketing que lamentablemente Benz no tenía. Si bien Benz era un brillante ingeniero –inventó el primer automóvil utilizable: el Benz Patent Motorcar–, se encontraba perdido a la hora de presentar sus creaciones al mundo. Los primeros intentos de mostrar el Benz Patent Motorcar se estancaron (literal y figuradamente), y los competidores de Benz se iban poniendo al día. Bertha decidió tomar cartas en el asunto, y un soleado día de agosto de 1888 se propuso hacer historia completando el primer viaje por carretera.
Bertha Benz recrea el inicio de su viaje
La ruta del primer viaje por carretera
En un mundo actual de vuelos de larga distancia y viajes épicos por la Ruta 66, el viaje de Bertha de Mannheim a Pforzheim no resulta tan impresionante. No obstante, en 1888 fue innovador. La ruta era de 106 km, una distancia nunca antes recorrida por un automóvil. Tal hazaña, con total seguridad, iba a llamar la atención de los entusiastas del motor de todo el mundo. El motivo oficial de Bertha para recorrer la ruta era visitar a su madre, pero no cabe duda de que deliberadamente se propuso hacer una demostración correcta de la invención de su marido.
A Bertha la acompañaron sus dos hijos adolescentes, Richard y Eugene, pero no le dijo a su marido que pensaba llevarse su Patent-Motorwagen n.º 3 a dar una vuelta. Se consideró un movimiento bastante atrevido, pues en ese momento se esperaba que las mujeres contaran con el consentimiento de sus maridos (en algunos casos requerido legalmente) para aventurarse a realizar viajes largos. En su lugar, Bertha le dejó una nota a Benz y salió a la carretera. Por supuesto, no era una carretera como las que conocemos hoy. Para viajar por vías polvorientas y no asfaltadas diseñadas para utilizar con caballos Bertha tuvo que emplear cada gramo de ingenio ingenieril para mantener el coche en marcha, incluyendo el uso de una horquilla para limpiar un conducto de combustible bloqueado.
Un letrero que indica la Ruta Conmemorativa de Bertha Benz
El legado del viaje por carretera de Bertha
Bertha, Richard y Eugene llegaron a casa de la madre de Bertha 12 horas después de salir de casa. Habían recorrido 106 km, presentaron el Patent-Motorwagen N.º 3 a cientos de clientes potenciales e hicieron historia en la automoción. Tras enterarse de que su esposa e hijos habían tenido que empujar el coche cuesta arriba en algunas partes de la ruta, Benz se inspiró para crear el primer sistema de marchas de los automóviles. Y a Bertha se le atribuyó su propio invento: las pastillas de freno. Los frenos de madera del coche se habían desgastado tanto que Bertha pidió a un zapatero local que revistiera los frenos con cuero antes de intentar el viaje de regreso.
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