Historia

La historia secreta del vino austriaco

Escrito por Tom | 15 de mayo de 2020


Pídele a cualquiera que nombre una antigua cultura vitivinícola europea y probablemente te dirá Italia, Francia o España, pero uno de sus vecinos orientales ha sido igual de diligente. Austria, a menudo más conocida por su café y sus pasteles, lleva más de 1000 años elaborando vino, pero suele quedar a la sombra de los países que la rodean. No obstante, con una serie de vinos tintos y blancos de primera categoría, una viticultura moldeada por las guerras y el escándalo, así como por una capital con más viñedos urbanos que cualquier otra ciudad, hemos decidido desenterrar la cultura secreta del vino de esta nación alpina. 


Siendo un país cuya industria vitivinícola se valoró en más de 170 millones de euros en 2019, es notable que los vinos austriacos sigan pasando tan desapercibidos. Si bien los expertos y entusiastas del vino empiezan a apreciar y defender plenamente este floreciente mercado centroeuropeo, Austria ha tardado y padecido mucho hasta llegar a este punto. 


Historia antigua


Se dice que el vino apareció en Austria por primera vez hacia el año 700 a. e. c., de cuando se han encontrado semillas de uva en urnas situadas en Zagersdorf. Era una época en la que los gobernaron los celtas y posteriormente los romanos. La viticultura floreció particularmente con los romanos cuando un emperador, Marco Aurelio Probo, revocó la prohibición de cultivar uvas al norte de los Alpes. Fue en este período cuando nació la grüner veltliner, que ahora es la uva que hay detrás de uno de los vinos insignia de Austria y se cultiva en más del 35 % de los viñedos del país. 


La grüner veltliner es una de las uvas más populares de Austria, cultivada en el 35 % de los viñedos del país


Austria y sus problemas con el vino empezaron cuando el Imperio Romano cayó y los invasores causaron estragos en las tierras. Hizo falta un decreto de Carlomagno en 788, con el que se reconstruyeron los viñedos y se introdujeron nuevas prensas para la uva, para que el cultivo del vino austriaco encontrara su lugar una vez más. Unos siglos más tarde, la Iglesia se unió al movimiento, fomentando la viticultura entre la población más general, tanto con fines sacramentales como porque era más seguro beber vino que agua. Hacia el siglo XIV se habían consolidado los primeros viñedos y Viena era el centro del comercio del vino en el Danubio. 


Las fronteras de la guerra


Uno de los muchos aspectos extraordinarios de la historia vitivinícola de Austria es la medida en que la guerra ha jugado un papel en la definición de su vino y sus sabores. En un momento del siglo XVI, las hectáreas de viñedo del país ascendían a 170 000, tres veces la superficie actual. No obstante, la Guerra de los Treinta Años en el siglo XVII y las posteriores invasiones de ejércitos turcos implicaron el final de esta época dorada. 


Con la llegada del siglo XIX, esta vez le tocó el turno a los invasores biológicos. Enfermedades fúngicas como el moho velloso y polvoriento se extendieron por los viñedos y arruinaron gran parte de las cosechas de uva. Un resultado positivo fue la introducción de la primera escuela vinícola de Austria en Klosterneuburg, que más tarde ayudaría a configurar la cultura del vino de Austria. El impacto de esta institución, sin embargo, se vio empañado por la plaga de filoxera en 1872 que destruyó la mayoría de los viñedos de Europa Central y acabó con el 25 % de la uva austriaca. 



El primer centro de estudios vinícolas de Austria se fundó en Klosterneuburg, hogar de más viñedos como los vistos anteriormente


La situación no mejoró mucho en el siglo XX. Después de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio austrohúngaro, se modificaron las fronteras de Austria. Esto conllevó una enorme pérdida de regiones vitivinícolas, pasando de 50 000 hectáreas de viñedo a 18 000. La Segunda Guerra Mundial y el ascenso (y caída) de la Alemania nazi significaron que las fronteras de Austria sufrieran otra modificación, redibujándose más tarde cuando la Unión Soviética básicamente arrastró cercas cableadas a través de viñedos para marcar las fronteras del país. 


Lo que tal vez sea ahora más interesante para los entusiastas del vino es cómo esto ha afectado al terruño del vino austriaco, que depende de la colaboración de los viticultores extranjeros. El welschriesling de Gamser se puede degustar a ambos lados de la frontera austroeslovena, mientras que el blaufränkisch tiene un equivalente húngaro en Kékfranko y es también un vino producido en estrecha colaboración con viticultores eslovacos. Todo esto es cortesía de un sistema inusual llamado 'Historischer Doppelbesitz', que permite que las uvas a ambos lados de la frontera se utilicen para el vino austriaco.


El escándalo del 'anticongelante'


Entre la continua interrupción de la guerra hubo espacio para celebraciones. En un momento en el siglo XX Austria fue el tercer productor mundial de vino. Dependía en gran medida de las exportaciones a Alemania y predominaban los vinos blaufränkisch, zweigelt y similares.


Los blaufränkisch y zweigelt son dos de los tintos más populares de Austria


Pero entonces llegó el escándalo. Los vinos austriacos, a diferencia de muchos otros vinos mundiales, se clasificaban en función de su dulzor. En 1985 un pequeño grupo de comerciantes de vino comenzó a añadir dietilenglicol (un ingrediente de los anticongelantes) para simular la dulzura en el vino para intentar satisfacer la demanda y mantener la noción de alta calidad. Su acción supuestamente inteligente resultó ser rápidamente contraproducente cuando uno de ellos trató de reclamar el coste del anticongelante en su declaración de impuestos. Estos productores fueron rápidamente acusados y, aunque nadie murió, la industria vitivinícola austriaca, sin embargo, sí sufrió. Los países establecieron prohibiciones totales al vino y las exportaciones se desplomaron. Para empeorar las cosas, un año más tarde fallecieron 20 personas por culpa de un vino adulterado en Italia. La sombría ironía fue que la industria vitivinícola italiana en cierto modo salió indemne. 


Cultura de los Heuriger


Avanzamos rápido hasta el siglo XXI y el vino austriaco vuelve a ocupar un lugar importante. Después del escándalo, la normativa sobre la producción de vino más estricta de Europa la dictó la legislación austriaca. El escándalo, aunque inicialmente terrible, se ve en gran medida como algo bueno para el vino austriaco, ayudando a revitalizar a los productores para centrarse en la calidad y en unos blancos más secos como los veltliner, desencadenando un auge de la demanda. 



Los Heuriger son similares a los Keller de Alemania, salvo por que es posible encontrar blancos refrescantes por encima de cervezas espumosas


Pero la popularidad del vino austriaco moderno tiene mucho que ver con largas tradiciones. La cultura del vino a menudo se preocupa por la pompa de la ceremonia (las catas de vino y las bodegas están en zona prohibida para la mayoría), por lo que la cultura de los Heuriger austriacos es un cambio muy revitalizador. Los Heuriger son los primos lejanos de los Keller de Alemania y son tabernas sencillas y acogedoras que elaboran su propio vino, a menudo procedente de sus propios viñedos. La palabra 'Heuriger' viene de 'heuer' que significa 'este año' en el dialecto austriaco, por lo que 'heuriger Wein' significa en realidad 'vino de este año'.  



Viena tiene más viñedos que cualquier otra ciudad en el mundo


Como elemento básico del este de Austria, los Heuriger se pueden encontrar en los valles del país y en pueblos tranquilos, pero es en la capital donde las tabernas llevan brillando mucho tiempo. Viena tiene más viñedos urbanos que cualquier otra ciudad en el mundo, y es la única capital que alberga estos viñedos dentro de sus fronteras. Aquí es cuestión de trepar entre espalderas llenas de rosas para llegar a las mesas de pícnic —crujiendo bajo jarras heladas de veltliner, jarras de zweigelt y un surtido de embutidos—, conociendo algunas de las vistas más inmaculadas de la ciudad. Rodeados de hileras de vides, los Heuriger son algo idílico que queda muy lejos de la complicada historia que el vino del país ha soportado a lo largo de su historia. Pero ha sobrevivido, y ahora no hace más que mejorar. 


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