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Escrito por Tom | 4 de marzo de 2021
La Belle Époque de Francia (refiriéndonos a ‘La Bella Época’ de alrededor de 1880-1914) conoció un cambio sísmico en la mentalidad hacia la jovialidad y el optimismo, y condujo a los franceses a una sensación renovada de que la vida era, de hecho, algo bueno. Si bien la ciencia, las artes y la arquitectura reflejaron los cambios más conocidos en Francia, el papel de la mujer en la sociedad también experimentó avances, aunque no sin sus obstáculos. Mientras que las revistas femeninas contribuían a perfilar a mujeres independientes que capturaban la feminidad tradicional, las mujeres en el deporte seguían siendo algo casi inexistente en ese momento, hasta que tres mujeres —Hélène van Zuylen, Camille du Gast y Anne de Rochechouart de Mortemart— estrenaron la presencia femenina en el automovilismo y cambiaron la propia cara del deporte. Fueron mujeres extraordinarias con récords excepcionales, y estas son sus historias.
Hélène van Zuylen fue una figura poco convencional para su época. Una baronesa que formaba parte de la familia francesa de banqueros Rothschild, al casarse entró en la familia de la nobleza neerlandesa de los Van Zuylen van Nievelt en 1887, siendo repudiada por su propia familia como resultado, al parecer por haberse casado con un católico. Curiosamente, Van Zuylen era en realidad queer, y posteriormente iniciaría una larga relación con la poetisa británica Renée Vivien en 1901, aunque la mantendrían en secreto durante años.
Aunque es una figura memorable por derecho propio, también se la recuerda por ser una de las tres pioneras en el automovilismo femenino de la época. En 1898 participó en la carrera París-Ámsterdam-París con un seudónimo, 'Snail' (caracol), principalmente debido al papel de su marido como presidente del Automobile Club de Francia y sus conexiones. Aun así, al participar se convertiría en la primera mujer en la historia en competir en una carrera internacional oficial. Más tarde competiría en la carrera París-Berlín de 1901, junto a su compañera Camille du Gast. No obstante, un error técnico supondría que nunca lograra terminar la carrera.
Aunque gozara de una riqueza extraordinaria que la colocaba en ventaja frente a mujeres de orígenes menos privilegiados, Van Zuylen contribuyó a marcar un momento para la mujer en el deporte y la sociedad. Al igual que sus coetáneas en el mundo del motor, se dedicó a defender los derechos de la mujer a lo largo de su vida. Poco más de una década antes de morir, creó el Premio Renée Vivien, en honor a la poetisa a la que amó en el pasado, con el fin de ayudar a poetisas incipientes a empezar sus carreras en la poesía.
Aventurera, talentosa y rica, Camille du Gast fue una figura notoria en la alta sociedad francesa. Aunque se encontraría en el medio del escándalo —el conocido como ‘La Femme au Masque’, siendo acusada de ser una modelo desnuda en un cuadro de Henri Gervex— y en un complot de asesinato urdido por su hija para heredar la fortuna de Du Gast heredada de su difunto marido, sería conocida principalmente por ser una deportista excepcional. Fue esquiadora, conductora de trineo deportivo, paracaidista, tiradora y amazona, entre otras cosas. Pero su logro más alabado estaría en el automovilismo.
Apodada por la prensa como la Walkyrie de la Mécanique (es decir, la valquiria de la mecánica), su atrevida naturaleza al volante ayudó a allanar el camino para las mujeres conductoras. Intrigada por la Copa Gordon Bennett de 1900 en la que los corredores competían en una ruta de París a Lyon, pasó a ser una de las primeras mujeres en conseguir un permiso de conducir un año más tarde. Tres años después se convertiría en oficialmente la única mujer en el Automobile Club de Francia.
Compitió en una serie de importantes carreras, concretamente la carrera París-Berlín de 1901, en la que acabó 33.ª tras empezar última (por ser mujer), convirtiéndose en la segunda mujer en participar en una carrera internacional después de Van Zuylen. La carrera París-Madrid de 1903 también fue significativa para Du Gast, pues le salvó la vida a compañero piloto después de que su coche volcara en la que se conocería como La Carrera de la Muerte.
No obstante, du Gast no se vio exenta de obstáculos. A lo largo de su carrera como conductora, luchó habitualmente contra el chovinismo y el machismo que prevalecían en los deportes de motor. Tras su impresionante y heroica participación en la carrera París-Madrid, la revista automovilística británica ‘Autocar’ hizo una valoración de la competición y escribió ‘tenemos que confesar una sensación de duda sobre si las carreras extremas de larga distancia son aptas para mujeres’. Casualmente, el gobierno francés estuvo de acuerdo, prohibiendo a las mujeres participar en carreras automovilísticas en Francia. Esto no impediría que Du Gast se dedicara a otros deportes y empeños, pasándose a las carreras de lanchas motoras, y se convertiría en una defensora del feminismo y del bienestar animal durante el resto de su vida.
Más que una acaudalada aristócrata, Anne de Rochechouart de Mortemart, también conocida como la Duquesa de Uzès, fue feminista, escultora, escritora y conductora pionera. Nacida con la fortuna de la Veuve Clicquot, la duquesa era conocida por su filantropía y sus prolíficas actividades recreativas, las cuales su riqueza permitía en gran medida. Una de ellas era conducir.
Antes de que Van Zuylen compitiera en la carrera París-Ámsterdam-París de 1898, fue De Rochechouart de Mortemart quien hizo el primer movimiento relacionado con el automovilismo, consiguiendo su permiso de conducir, con lo que se convertiría en la primera mujer francesa en obtenerlo. Un año más tarde marcaría el récord menos que envidiable de ser también la primera mujer en recibir una multa por exceso de velocidad, resultado de una salida memorable por el Bois de Boulogne de París.
Aunque la duquesa no compitió a nivel internacional como sus otras colegas femeninas, sí ofreció un avance en el camino y más allá. Fue descrita por un escritor como ‘deportista, escritora, artista, escultora, conductora, ángel que atendía a los pobres, gran persona de mundo y madre trabajadora’.
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